Seis caminos cerámicos en Mata Ortiz
Juan Carlos Jiménez Abarca
A finales de la década de 1970 irrumpió en la escena internacional el fenómeno artístico conocido actualmente como Cerámica de Mata Ortiz. El alfarero Juan Quezada, el antropólogo Spencer MacCallum y muchos otros hombres y mujeres más han participado del maravilloso proceso por la revitalización de las tradiciones cerámicas de Casas Grandes, abarcando ya tres generaciones dedicadas por entero a sus creaciones.
Herencia y Diseño. Seis caminos cerámicos en Mata Ortiz es una exposición que promueve la obra, las experiencias y trayectorias de seis artistas de gran calidad material, cultural y humana –pertenecientes a la segunda y tercera generación de ceramistas de la comunididad–. Con ello, Arte Marakame promueve la creatividad y las rutas que han trazado estos autores dialogando con la tradición, produciendo a su vez obras innovadoras e inolvidables.
La comunidad establecida históricamente alrededor de la estación Pearson de la línea ferroviaria Chihuahua al Pacífico (CHP, ahora conocida como El Chepe) recibió el nombre de Juan Mata Ortiz en 1925 por decreto del entonces gobernador del Estado, Jesús Antonio Almeida. Fue en honor a un conocido miembro de las fuerzas armadas estatales (1836-1882) que combatió numerosas ocasiones a sangre contra apaches chiricahuas (el pueblo N’nee) que resistían la ocupación de sus territorios y el desplazamiento forzado –situación que vivieron numerosos pueblos originarios durante el régimen porfirista–. La vida del señor Juan Mata terminó violentamente, en un enfrentamiento de persecución contra un guerrero que le había jurado venganza mortal.
De la misma manera en que la vida se ha transformado en la comunidad de Mata Ortiz debido a la actividad alfarera –transitando de una economía agro-ganadera hacia otra predominantemente basada en oficios tradicionales–, en la actualidad hay quienes se esfuerzan diariamente por hacer que la población se destaque por aspectos diferentes a los de la violencia y el rechazo de los saberes ancestrales. Las y los habitantes de esta comunidad trabajan social y creativamente en un sentido opuesto a lo realizado en vida por el señor Juan Mata Ortiz, algo distinto a lo que su memoria evoca.
La obra de producción e investigación del maestro Juan Quezada y el antropólogo Spencer MacCallum, así como de las personas que participaron con ellos en la primera generación de ceramistas y comercializadores en Mata Ortiz, no se restringe a la transformación económica del pueblo a través de la re-invención de una tradición alfarera, sino a la aceptación y asimilación de una identidad regional que se reconoce milenaria y profunda, vinculada a la tierra y los seres que la habitan, a los cerros, las cuevas, los ríos, los vestigios arqueológicos. Todo esto es bien apreciado en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos.
Es en estos paisajes –en los que antiguamente batallaron blancos, mestizos e indígenas– donde hombres y mujeres de Mata Ortiz encuentran inspiración y referencias para sus ollas y su vida. Abrazan su cultura, la cuidan y protegen.
Creatividad y paz es lo que persiguen. Los tiempos han cambiado.
En Arte Marakame reconocemos la importancia de las fuentes de investigación y divulgación que se han producido a lo largo de los años. Por mencionar algunas que han sido muy relevantes para nosotros en la producción de esta exposición, se encuentra la revista Kiva de la Arizona Archaeological and Historical Society de 1994, el libro The many faces of Mata Ortiz (1999) de Susan Lowell, The miracle of Mata Ortiz. Juan Quezada and the potters of Northern Chihuahua (1993) de Walter P. Parks.
Muy especialmente el número 45 de la revista Artes de México titulado Cerámica de Mata Ortiz (1999), coordinado por Marta Turok –investigadora y promotora importantísima de las artes populares de México–, que incluyó textos de Spencer MacCallum, Walter P. Parks y Alberto Ruy Sánchez, entre otros. Y finalmente el texto Mata Ortiz: las fronteras del tiempo (2013) de Alicia Sánchez Mejorada, publicado por el Instituto Nacional de Bellas Artes en el libro colectivo La mirada ante lo invisible.
Sánchez Mejorada aborda la narrativa dominante sobre Mata Ortiz, aunque de una manera a la vez poética y filosófica.
La amplia producción editorial que la cerámica de Mata Ortiz ha motivado a lo largo de las décadas (sea con intenciones académicas, comerciales, de divulgación o fomento) sin duda aporta valor a las piezas. En muchas ocasiones sirven como referencia pues documentan las relaciones de estilo y parentesco entre artistas de diferentes generaciones –desde Juan y la familia Quezada hasta autoras más jóvenes–, al tiempo que se discute y define el entramado de valores y rasgos útiles para la apreciación de este arte. Documentan también los premios y reconocimientos que cada artista recibe a lo largo de su trayectoria, y orientan las decisiones de compra de numerosos coleccionistas en ambos lados de la frontera.
Para esta ocasión, nos hemos concentrado en los testimonios y experiencias directas de los artistas expositores: Diego Valles, Tavo Silveira, Elías Peña, Laura Burgarini, Héctor Gallegos Jr. y Héctor Javier Martínez. No en términos de una genealogía que les relaciona con el origen del fenómeno cerámico de Mata Ortiz, sino con sus historias particulares, intereses, descubrimientos y búsquedas. Siendo que el renacimiento o milagro artístico –como muchos se empeñan en caracterizar– ya está dado desde la década de 1970, lo que nos interesó en esta exposición fue la capacidad que cada artista tiene para construir su propio camino, su estilo, su identidad en un contexto que se reconoce más amplio, pero que no les limita.
Transitando entre la segunda y tercera generación de ceramistas, renuevan los lenguajes cerámicos, pictóricos y conceptuales de la práctica artística en Mata Ortiz; reconociendo el valor de los diseños tradicionales en su formación, pero también aceptando con honestidad el hambre o necesidad de tener una expresión propia, diferenciada de “los demás”. Estos seis artistas impulsan la tradición a través de nuevos diseños, relieves y cortes en el barro, innovación de patrones pictóricos, el despliegue de conceptos narrativos y una actitud generosa hacia la comunidad.
Aportan maneras de hacer que otros ceramistas en Mata Ortiz siguen y reproducen –el dibujo de Héctor Martínez, los relieves de Tavo Silveira, el estilo Bugarini, por mencionar tres– a la vez que promueven el trabajo de manera individual y colectiva, con el establecimiento de galerías, gestión de coleccionistas y formación de asociaciones civiles para el fomento de la creatividad y nuevos talentos entre la juventud local.
Los participantes de Herencia y Diseño son artistas completos, dominan técnicamente todos los procesos de producción (desde la recolección y lavado de los diferentes barros, formación, hasta la preparación de pintura, decorado y quemado), en modalidades tradicionales como la quema a cielo abierto y con alternativas tecnológicas que se han adoptado recientemente a manera de prácticas sustentables –como el uso de hornos eléctricos instalados en las cocheras del pueblo–.
Cada una de las trayectorias que aquí presentamos ha emergido de un contexto compartido, determinado en buena medida por la economía rural, el manejo de ganado y la producción agricultora; los campos de manzana y nuez pecana que intervienen el paisaje, las zonas arqueológicas, las cuevas, el medio ambiente y su topografía. Estos artistas reconocen en sus prácticas cerámicas la posibilidad de producir una identidad personal, de formar y sostener una familia, de representar al país en el extranjero con su obra, y cumpliendo sus deseos por el reconocimiento entre sus pares. Para destacar, para brillar.
Prevalece un factor colaborativo, pues ocurre aquí algo que no sucedía en las generaciones precedentes. Al ser tradicional que las piezas suelen firmarse únicamente por la persona que las pinta (aunque hayan participado otras personas en el formado, lijado y quemado de las ollas) en Herencia y Diseño hay obras que se firman de manera compartida. Destacan las piezas que realizan colaborativamente Laura Bugarini y Héctor Gallegos: en entrevista destacan que fueron de los primeros matrimonios en reconocer, mediante la firma, la labor compartida en el diseño y producción general.
El otro caso que resalta es el de Héctor Martínez, quien si bien participa en la exposición como artista individual, firma sus piezas con su compañera Gabriela Pérez.
Una vez que Héctor ha terminado el dibujo y sus narrativas, ella se dedica a la decoración ornamental y al cambio de la noche por el día mediante la talla del barro previo a la quema, dejando al descubierto la claridad del material debajo de la tinta que cubre cada olla.
Esta exposición es solo un momento en la prolífica trayectoria que tienen estos artistas de Mata Ortiz. En la ocasión por el encuentro y el asombro, conocemos las ideas que habitan las formas reunidas en la galería. Celebramos su creatividad y constancia.